Reportaje sobre Buenos Aires para la asignatura de Xornalismo Turístico en el CENP (Universidade da Coruña), A Coruña (2005)
Armenios, italianos, peruanos, gallegos, rusos, franceses, turcos, chinos, ingleses, alemanes… llegan a Buenos Aires y no se sienten ajenos, la gente no los mira como extraños. Si buscan un poco pueden encontrar a alguien con pinta de ser su primo diciendo: “Che, me voy a laburar,¿sabés si pasa por acá el colectivo 42?”. Esta sensación que viven los turistas, única entre las grandes metrópolis es uno de los mayores atractivos de la ciudad porteña.
Se podría decir que Buenos Aires es un ejemplo claro de una ciudad que nace a imagen y semejanza de quienes la inventaron: la inmigración en principio europea, y luego la llegada de todo el planeta. Es una ciudad donde no hay fronteras por el origen, por las creencias, por los colores. El debate que hoy se da en Europa por la multiculturalidad o el llamado choque de civilizaciones, en Buenos Aires ha sido superado desde el principio. Llegaron judíos, musulmanes, budistas, protestantes, católicos, ateos y mil variedades de creencias y nunca hubo choque ni enfrentamientos como en Nueva York. No existieron los guetos, hubo barrios con predomnio de unos u otros, pero nunca existieron fronteras, al contrario. Tal vez porque los inmigrantes llegaban con ganas de vivir y dejar vivir, o tal vez porque se enamoraban de la ciudad y se olvidaban de sus rencores ancestrales.
Fotografiar el Obelisco desde determinados ángulos, cruzar 9 de Julio -la avenida mas ancha del mundo-, ir a Caminito a ver las casas cada una de un color, a San Telmo a saborear el tango en algún lugar mítico como “El Viejo Almacén”, a Recoleta para sentirse como algún aristócrata parisino sentado en alguna de las terrazas, sentir la pasión futbolística en “La Bombonera” o cualquiera de los grandes estadios o ver algún espectáculo musical o deportivo en Luna Park son lugares y rituales turísticos que el viajero suele conocer de antemano y que se presentan como imprescindibles para tener una idea de la ciudad.
Mi propuesta alternativa va dirigida a aquellos que o ya conocen estos lugares, o bien disponen de más tiempo, o simplemente quieren conocer “otro Buenos Aires”, tan turístico como el otro, pero quizás más desconocido para el turista estándar, siete proposiciones para disfrutar de Buenos Aires como un porteño de a pie.
1 Librerías
Mientras en el resto del mundo las librerías se han convertido en la venta de bestsellers o de libros de texto para estudiantes, en Buenos Aires las librerías conservan el aire tradicional y, en algunas calles como Corrientes, Santa Fé o la Avenida de Mayo tienen el agregado de permanecer casi todo el día abiertas. En algunas, como El Ateneo de la Avda. Santa Fe, además de tener a disposición más de veinte mil títulos, el cliente puede leer tomando un café en los magníficos sillones dispuestos para el uso de los visitantes.
Y las “librerías de viejo” no son difíciles de encontrar en toda la ciudad. Hay algunas calles donde permanecen abiertas hasta la madrugada (el caso de Corrientes, “la calle que nunca duerme”), y lo que es más notable: la gente no compra libros para decorar la casa. Se compra para leer, y eso lo vemos en los subtes (metros), como en los parques o en los cafés.
2 Cafés
Junto a las librerías, los teatros, las pizzerías, las calles arboladas, tal vez sean los cafés esos sellos particulares que identifican a Buenos Aires como algo diferente. Los cafés porteños son herederos del XlX europeo que emigró a Argentina. Tienen raíces en Madrid, París, Viena, Praga, Roma, Lisboa, Florencia, pero a esta altura del tiempo solo se dan tan masivamente en la ciudad del Plata. Tanto en el centro como en los barrios encontramos esas verdaderas instituciones populares que no son iguales, que tienen estilo propio, que guardan en común las mesas, los grandes ventanales, el olor al café o las medias lunas. Son espacios donde la gente lee, charla, mira pasar la vida, arregla el mundo, descansa, escribe, medita. Se llaman “Británico”, “Querandí”, “Ouro Preto”, “El Foro”, “La Biela”, “Freud”, “Suarez”, “La Paz” y son millares.
3 Pizzerías
Sobrevivieron a varias crisis económicas y vieron crecer la ciudad desde los principios del siglo XX, hasta entrado el XXI. Por sus mostradores pasaron los primeros futbolistas y tangueros. y hoy la transitan trabajadores apurados, taxistas y jóvenes. Se trata de las primeras pizzerías de Buenos Aires.
La pizza no es un invento argentino, pero las que se pueden comer en Buenos Aires tienen sus diferencias con las de Italia y Estados Unidos.
Hay algunas pizzerías clásicas que se perfilan como fundamentales para conocer la tradición pizzera argentina como “Las Cuartetas”, en Corrientes al 838. Nació hace más de 70 años, cuando la Avenida aún era angosta. Güerrín, en Corrientes al1300. funciona desde 1932 y, más allá de los cambios, conservó los mostradores al frente, ahora con cubierta de granito, donde se comen de parado porciones de muzzarella o pomarola (una variedad poco común), con un vaso de moscato, mistela, marsala o jerez, una tradición casi extinta. Los Inmortales, en Corrientes al 1369 a través de sus cincuenta años de existencia se convirtió en un emblema ciudadano. Sus propietarios tomaron el nombre del mítico café “Los Inmortales”, que a principios del siglo XX congregaba a todos los artistas de la Corrientes angosta. Pirilo, en Defensa al 821, un local diminuto cuyo horno a leña funciona desde 1932. En los ’50, para atraer comensales, Pirilo colocaba en una pizarra los resultados de los partidos de fútbol. Angelín, en Córdoba al 5270 fue fundada en 1938 y es un lugar de culto para los amantes de la pizza hecha en horno a leña. Funciona en la planta baja de un edificio con aire afrancesado de los años ’20.
4 Parques y plazas
Desde sus orígenes modernos -en el XlX- Buenos Aires es una ciudad donde los parques y las plazas no solo son espacios públicos para los paseos. También son lugares de encuentro donde tanto se puede charlar como jugar al ajedrez, leer, descansar. A finales del siglo XlX Buenos Aires repitió las experiencias de estos singulares espacios públicos con Londres y París, fundamentalmente. Urbanistas franceses en su mayoría, aunque también los hubo austríacos e ingleses, fueron contratados para crear esas maravillas naturales visitadas permanentemente: el Parque 3 de Febrero, el Rosedal, el Parque Thais, la Plaza San Martín, la Plaza Francia, la Plaza Roberto Arlt, el Parque Centenario, Versailles, el Parque Lezama, el de Las Heras…
5 Paseo por la Calle Florida
El que pasee por Florida se enfrenta a una multitud de personas, muchas de las cuales salen de trabajar, van a almorzar, están paseando, o simplemente dejan pasar el tiempo.
Una de esas calles donde se saborea la esencia de Buenos Aires, su ya mencionada multiculturalidad, una mezcla de gentes variopintas y sorprendentes a ojos de los habitantes del Viejo Continente. Un chino cantando un tango, un judío vendiendo banderines del Club de fútbol Atlanta, un coreano hablando lunfardo –la jerga de la ciudad- le da a Florida ese gustito especial, único, que la convierte en una de las “Calles del Mundo”.
6 Plaza Mafalda
La Plaza Mafalda es una de las llamadas “plazas caracterizadas” en Buenos Aires. La manzana verde situada en la intersección de las calles Conde y Santos Dumont fue bautizada en 1995 con el nombre de Mafalda. En ella se puede disfrutar del paseo o del descanso acompañados por los entrañables personajes de Quino.
Cuatro artistas plásticos —María Inés Tapia Vera, Paula Franzi, Eduardo Iglesias Bickles y el fileteador Fabián Herrera— pintaron en distintos sectores, bancos y juegos de la plaza las viñetas. El parque fue sectorizado en siete zonas, bautizadas con carteles que lucen las imágenes y los nombres de Felipe, Susanita, Miguelito, Libertad, Manolito, Guille y Mafalda. En el anverso, se describen las señas particulares de cada uno, para familiarizar a las nuevas generaciones con los personajes.
Son especialmente llamativos los numerosos murales ilustrados con algunas de las historietas más populares. En las paredes del mirador situado el centro del parque sobre el cual se dibujaron una rayuela y la silueta de Mafalda, se ven 4 clásicas viñetas acompañadas por unos carteles en los que los propios personajes aconsejan a los niños sobre las precauciones que deben tomar a la hora de divertirse en el parque.
El modo más aconsejable para llegar a la Plaza Mafalda (situada en el barrio de Colegiales) es tomar el Subte en cualquiera de las estaciones del centro y dirigirse a la estación de Cabildo, una vez alli se debe subir por la Avenida Cabildo hasta que se cruza con Jorge Newberry, que lleva directamente a nuestro destino.
7 Música y Arte en las calles y en los Subtes
Otra de las características propias de Buenos Aires es la del arte fuera de los recintos privados. El visitante podrá advertir enseguida la presencia de músicos o bailarines de tango, tanto en la ya mencionada calle Florida (una de las peatonales más conocidas del mundo, como las Ramblas de Barcelona) como en Caminito, en el viejo barrio genovés de la Boca. Y observará a los mimos de San Telmo o a los violinistas de Santa Fé. Y si visita los parques o plazas podrá observar una formidable muestra de estatuaria, a la que únicamente París podría compararse. No en vano a Buenos Aires en los años 20 se la llamaba “la París del nuevo mundo”. El placer de “la buena vida” se deja ver en muchas de las cosas de las que goza esta ciudad.
En los subtes (o metros) desde su creación ha existido un compromiso con la cultura, intentando brindar espacio a las distintas disciplinas.Es así como pueden encontrarse en sus instalaciones murales originales y reproducciones, esculturas, y recuerdos. Además se brindan espacios para eventos de música y teatro.