Una aproximación al concepto de etiquetado ambiental. Artículo divulgativo elaborado para EVEA Tourisme, consultora especializada en desarrollo sostenible para el sector turístico. Nantes (Francia)
En los albores del S.XXI nos encontramos un colectivo humano (el de los habitantes del planeta Tierra) cada vez más preocupado por las cuestiones relativas a la preservación del medio ambiente, lo que en cierto modo significa –entre otras cosas- preocupado por su bienestar propio, presente y futuro. Conscientes de las consecuencias del maltrato al entorno (desastres ambientales y agotamiento de recursos, entre otros) casi todas las distintas sociedades terrestres coinciden en la necesidad de preocuparse y sobre todo actuar con decisión en los asuntos relativos a la protección del medio natural.
Para entender el rol y el presente de la protección medioambiental, no podemos pasar por alto el contexto histórico que vivimos: la sociedad de la información. Hace varias décadas que los avances en materia de comunicación son grandes, y esto ha tenido claras consecuencias en todas las sociedades del globo. La cada vez mayor cantidad de información a la que las personas tienen acceso provoca que las necesidades informativas estén viviendo una metamorfosis: cada vez es más importante la calidad que la cantidad. Una sociedad informada que más allá de las creencias en discursos, exige datos reales, cifras, contraste de información y rigor en los datos.
Ante esta necesidad general, el ámbito del turismo no es una excepción. En este sector –como también en otros- ha habido una procesual concienciación en materia de ecología y desarrollo sostenible, probablemente influida –entre otros motivos- por los impactos terroríficos que esta actividad económica ha causado en ciertos territorios, sobre todo costeros.
Más concretamente en la rama de la hotelería y restauración, los clientes demandan -cada vez más- sistemas que les ayuden a distinguir las consecuencias de su consumo turístico y del impacto ambiental de este.
En este contexto nace el etiquetado ambiental, un conjunto de herramientas diseñadas para conseguir dar forma tangible y medible a las acciones y decisiones empresariales relativas a la preservación del medio ambiente.
Hay varios tipos de etiquetado ambiental, principalmente podemos distinguir tres: las declaraciones ambientales en forma de etiquetas, los sellos o certificaciones ambientales y las autodeclaraciones informativas.
Todas ellas parten de una voluntad por parte de los empresarios, pero son las primeras (etiquetas) y las terceras (autodeclaraciones) los tipos de etiquetado que ayudan más a comenzar el proceso de comunicación y transparencia en materia de respeto al medio ambiente.
Mientras los sellos o certificados dependen totalmente de terceros actores (los organismos que conceden las distinciones), las etiquetas o autodeclaraciones pueden crearse y desarrollarse de manera autónoma, siendo cada establecimiento libre de elegir su grado de implicación.
Esta autonomía no implica dispersión ni distanciamiento de los objetivos comunes, al contrario, si se buscase una estandarización de estas etiquetas, se crearía automáticamente un sistema global de certificación y comunicación, facilitando así la transparencia del sector hostelero que quiera implicarse en el respeto al medio ambiente.
Para aproximarnos más a cada concepto:
Etiquetas: tienen como objetivo proporcionar medidas concretas y precisas, facilitando la comprensión de los impactos, tanto a los profesionales como a los clientes. Además de esto destacan por permitir la comparativa directa entre los datos de unos establecimientos y otros. Las etiquetas son un modelo de éxito en Francia, donde están estandarizadas, y donde el sistema establecido es seguido por unos 80 establecimientos turísticos. Es una herramienta en crecimiento y con futuro, gracias a la tangibilidad de sus cifras y a su facilidad de implementación. Justamente por esta presentación de estadísticas precisas (que permiten ver realidades sin filtros), algunos las consideran el mayor antídoto ante el “Greenwashing” (lavados de imagen, sólo de cara y no reales, que algunas empresas hacen tratando de simular que se preocupan por el medioambiente).
Ventajas: 1) Cuantifican los impactos económicos y ambientales; 2) Facilitan la realización de comparativas entre establecimientos 3) Pueden reducir costes operativos. Este es un punto clave de las etiquetas, pues, en paralelo a su realización se puede efectuar un estudio de costes permitiendo implementar acciones para reducirlos. Hasta el momento, en los casos existentes la reducción media ha sido de 0,50 € por noche y cliente; 4) Son una herramienta innovadora de comunicación; 5) Permiten hacer un cálculo automático de ratios y porcentajes (consumos de luz, agua, etc) y seguimiento de los consumos en general (productos de limpieza, etc); 6) Facilidad de implementación

Autodeclaraciones: consisten en la comunicación -a través de símbolos o enunciados- del cumplimiento de ciertos aspectos que pueden ser considerados como positivos en materia de respeto al medio ambiente (especificaciones sobre el proceso de fabricación, sobre las materias primas, sobre si son productos reciclables o fabricados con material reciclado, etc).
A tener en cuenta: Como en el caso de las etiquetas, estas declaraciones autónomas implican la total responsabilidad, por parte de los establecimientos (o de las empresas que auditen), sobre los datos que se declaran.

Sellos y certificaciones: los sellos y certificaciones permiten, gracias a las evaluaciones de los organismos pertinentes, que los turistas puedan identificar a las estructuras involucradas en el enfoque responsable y sostenible. En los últimos años, las etiquetas ambientales para el sector del turismo crecen y el número de alojamientos turísticos etiquetados aumenta significativamente. Este hecho, que a priori podría parecer positivo, tiene la desventaja de ser un potencial motivo de confusión para profesionales y clientes, al verse en la tesitura de tener que informarse e investigar para comparar unos sellos con otros.
